Muchos son los padres que quieren implicarse en la educación de sus hijos, y deben hacerlo. Desde edades tempranas, el estudio debe ser entendido por padres y alumnos como un trabajo que requiere un esfuerzo intelectual y debe convertirse en un hábito. El alumno debe estudiar a diario y no solo en los días anteriores a un examen. Por ello, y para reforzar estos hábitos, te explicamos cómo ayudar a tus hijos a estudiar.
El éxito en el estudio no supone poseer unas capacidades mínimas fundamentales. Hay que tener la suficiente motivación y dominar unas técnicas de estudio que proporcionen al alumno los instrumentos más adecuados para su proceso de aprendizaje.
Por ello es de vital importancia que los padres colaboren activamente con su intervención en beneficio del estudio de sus hijos.
Poder, querer y saber: Cómo ayudar a tus hijos a estudiar
Para poder ayudar a tus hijos a estudiar vamos a basarnos en las tres máximas presentadas por H. Maddox sobre cómo debe plantearse el estudio en los jóvenes.
- Poder: referido a la capacidad intelectual o inteligencia del estudiante
- Querer: la motivación y la actitud que se presentan ante el estudio son fundamentales
- Saber: las técnicas de estudio que te enseñan a cómo estudiar
Maddox plantea en su estudio algo muy interesante y que todos tenemos que tener en cuenta para ayudar a nuestro hijo, y es que, la inteligencia o el poder, como él lo llama, no tiene nunca una influencia superior al 30% del total.
Poder: La capacidad para estudiar
La capacidad para es diferente según la persona, porque por ejemplo hay estudiantes superdotados y otros pueden tener algún problema cognitivo, por lo que las posibilidades son diversas. Pero, ¿cómo pueden ayudar los padres a fomentar esta capacidad de estudiar?
- Por la calidad del entorno (lo que ven en casa): si un niño, desde que nace, está acostumbrado a que en casa se lea y percibe interés cultural en las aficiones de sus mayores, tiene más posibilidades de éxito que aquel en cuya casa no entra nunca un periódico o cuyo padre se “traga” dos peliculas de video diarias y hay que llevarle la cena al cuarto de la television.
- Podemos potenciar un autoconcepto positivo (y negativo, por desgracia) en nuestros hijos (nuestros refuerzos): lo que las personas somos, nace primeramente de lo que los demás nos reflejan. Y los mensajes de los padres -verbales o no- pueden comunicar que “tú puedes”, “tengo confianza en que lo sacarás” o “no das una a derechas”, “si sigues así te quedarás en ...”. También aquí el valor de nuestras expectativas y nuestra conducta consiguiente tiene influencia sobre la capacidad real. Y tenemos el riesgo de absolutizar datos: “lo dicen los test”, “ya sé que mi hijo no vale para estudiar”.
De nuevo hay que recordar que no se trata de negar las diferencias intelectuales objetivas, que existen, sino de revisar los mensajes que sobre su valía personal e intelectual enviamos a nuestros hijos. Y no sólo cuando llegan los suspensos, sino desde su más tierna infancia.
Querer: La motivación y la actitud
Un niño puede ser muy inteligente pero si no tiene motivación, no estudiará. Por ello esta máxima es muy importante y en ella influyen aspectos que, a veces, no son del todo controlables:
- La situación social: hace todavía dos décadas estudiar suponía encontrar trabajo, sin embargo, hoy día, la situación de paro que existe en España influye de forma negativa en los jóvenes no se sientan especialmente motivados. A veces, en su casa está algún hermano mayor que, con su carrera terminada, espera desde hace tiempo la oportunidad de ponerla en práctica.
- Las características juveniles: al joven postmoderno el futuro le queda “lejos”. Tiene sensibilidad para “hoy” y, quizás, para “mañana”, pero las visiones a largo plazo, no sólo en sus estudios, no entran en sus cálculos. De ahí que sea difícil motivar en el trabajo actual.
No cabe duda de que el estilo del profesor, la metodologia empleada, etc., pueden resultar altamente motivantes (o su contrario) a la hora de enfrentarse con una asignatura.
Está demostrado que la dificultad de una asignatura no sólo depende de su dificultad interna como tal, sino de cómo me encuentro en el grupo de alumnos, cómo me cae el profesor que la imparte, con qué tipo de metodología se desarrolla, etc.
La pedagogía del éxito
Tanto en casa como en clase es necesario que los padres desarrollen una correcta “pedagogía del éxito”: valorar los progresos, fijarse más en lo positivo que en los fallos, subrayar los logros con respecto a la evaluación anterior más que los fracasos cuando se recibe el boletín de notas.
Si logramos que el chico entre en la dinámica del éxito tenemos el camino andado porque la satisfacción personal que del éxito se deriva, actúa como motor eficaz para el trabajo.
Y, al revés. Resulta ciertamente difícil romper una dinámica habitual de fracaso; no tanto porque fallen las capacidades, sino porque de los fracasos continuos es complicado sacar motivación.
Sabemos que las motivaciones pueden ser externas e internas:
- Las primeras suponen incentivos que están fuera del propio sujeto: “si apruebas te compro la bici”, “como no has estudiado te quedas sin paga”, etc., son ejemplos de ellas. Igualmente son motivaciones externas el estudiar por aprobar o por tener contentos a mis padres. Este tipo de motivaciones no son malas. Pero no se puede abusar de ellas. Entre otras cosas porque a medida que los muchachos crecen van resultando menos eficaces.
- Las motivaciones internas son más completas y, por tanto, duraderas. Ya no estamos motivados desde el exterior, sino que es el propio trabajo el que se convierte en fuente de satisfacción: estudio porque disfruto ampliando mis conocimientos sobre esta materia, pelearme y dominar esta disciplina me produce satisfacción personal. Pero, en todo caso, hay que señalar que dicha satisfacción tiene que pasar antes por una fase de sacrificio, esfuerzo y capacidad de renuncia. Nadie empieza disfrutando la primera vez que se enfrenta con un tema desconocido.
El disfrute posterior es la resultante de muchas horas de trabajo. Objetivo de la educación también será pasar, poco a poco, de las motivaciones nacidas del exterior a las motivaciones internas.
Saber: las técnicas de estudio
Un buen programa de técnicas de estudio debería contemplar, por un lado, los hábitos de estudio (lugar adecuado y organización del tiempo), y por otro lado unas técnicas concretas, que se resumen en:
- Saber LEER Y CONSULTAR
- Saber SINTETIZAR: Subrayado – Esquema - Resumen
- Saber ESTUDIAR Y REPASAR: Memorización
- Exámenes
- Saber REALIZAR UN DOCUMENTO
- Saber EXPONER EN PÚBLICO
- Saber TRABAJAR EN GRUPO
En este otro post te contamos todo lo que tienes que saber sobre las técnicas de estudio.