El hombre, padre de estos niños, arranca a llorar y muy agradecido con el joven repartidor recibe esa gran bendición, sin embargo de un momento a otro se ofreció a pagarle todo, en cuanto tuviera un poco más de dinero, a lo que el joven repartidor se negó rotundamente, ya que era un regalo desde lo más profundo de su corazón.

El repartidor entendía que con ese simple gesto no iba a mejorar la situación económica de este padre, pero se sintió satisfecho de enseñar a estos niños sobre la caridad y que el hecho de obrar bien se retribuye en bendiciones.
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