Microplásticos también en los glaciares: en el Stelvio hay tantos como en el mar.
Según fuentes científicas, el hombre de los años 2000 vive rodeado de microplásticos: en el mar, en el suelo, incluso en los alimentos que come o en el agua que bebe.
Todavía no hay muchos datos sobre lo bueno que es -o lo malo que es, por decirlo de una mejor manera- ingerir y vivir en contacto con los microplásticos, pero la confirmación científica podría ser obsoleta.
Mientras tanto, otras noticias sobre la contaminación de los microplásticos están saliendo a la luz: por primera vez también se han encontrado en un glaciar italiano, en cantidades comparables a las presentes en el mar.
Los estudios fueron realizados por un equipo de investigación de la Universidad Milán-Bicocca, en el verano de 2018: las muestras fueron tomadas en el área de Stelvio, en particular en el Glaciar Forni – el mayor glaciar del valle italiano.
El análisis mostró que por cada kilogramo de sedimento hay alrededor de 75 partículas: para los no iniciados, esto significa una cantidad significativa, comparable a la presente en los sedimentos costeros y marinos en Europa.
Los resultados fueron comunicados en la conferencia de la Unión Europea de Geociencias en Viena, donde los principales investigadores del estudio, Guglielmina Diolaiuti y Roberto Ambrosini, dijeron: «El glaciar Forni podría contener de 131 a 162 millones de partículas de plástico».
Actualmente existen dos hipótesis sobre el origen de los microplásticos en el Stelvio: una de tipo local, que rastrea las partículas hasta las dispersiones de los trajes e instrumentos utilizados por los montañeros, o generalizadas, transportadas in situ por masas de aire.
No son en absoluto buenas noticias para el territorio alpino italiano, uno de los pocos que se pensaba que era considerado virgen por la contaminación humana.
