La enfermedad de Lyme, causada por la picadura de una garrapata, puede estar detrás de algunos casos de esclerosis múltiple, según ha advertido el doctor Mariano Bueno, director médico de Biosalud Medical Center, ubicado en Madrid.
La enfermedad de Lyme es una patología infecciosa que se contrae principalmente a través de una bacteria, la 'Borrelia burgdorferi', que transmiten las garrapatas a humanos y animales. Es el tipo más común de infección transmitida por dichos insectos, siendo estas las segundas en transportar microbios dañinos, después de los mosquitos. "El 50 por ciento de las garrapatas están infectadas con la bacteria", ha comentado el experto, en declaraciones a Europa Press.
El enrojecimiento y la hinchazón en el lugar de la picadura de la garrapata son típicos, pero el agente infeccioso puede extenderse a otros tejidos y órganos, pudiendo afectar al sistema nervioso, las articulaciones, el corazón y la piel.
Por ello, en esta patología, es fundamental la detección precoz, a fin de comenzar un tratamiento con antibióticos lo antes posible, aunque la dificultad para reconocer los síntomas llevan a unas altas cifras de infradiagnóstico de la enfermedad. Si la detección y el tratamiento se retrasan, pueden surgir problemas articulares, cardiacos y neurológicos de gravedad, como la infección neurológica denominada neuroborreliosis.
Todos estos síntomas persistentes conforman lo que se conoce como "Lyme crónico", y que puede dar lugar a enfermedades autoinmunes, como la artritis reumatoide o la esclerosis múltiple. También puede ser una de las causas de los trastornos del espectro autista (TEA), ya que es una enfermedad que se transmite durante el embarazo. "Incluso puede llegar a provocar trastornos mentales, como la esquizofrenia", expone el doctor.
Preguntado sobre por qué esta enfermedad infecciosa puede llegar a tener afectación en el cerebro o el sistema nervioso, el especialista ha detallado que la 'Borrelia' "produce neurotoxinas, es decir, toxinas que segregan toxicidad en el tejido nervioso y en el tejido cerebral". De esta forma, la enfermedad de Lyme también puede estar detrás de la depresión. "Se trata de pacientes con muchos síntomas articulares y otras afectaciones y no ven la luz, pasan por muchos médicos sin un diagnóstico y nada de lo que intentan funciona. Esto evidentemente puede acabar en una depresión, porque se enfrentan a la incomprensión del entorno familiar", apostilla Bueno.
LA ENFERMEDAD DE LYME PUEDE PERMANECER "DORMIDA" DURANTE TODA LA VIDA
Tal y como ha explicado el doctor en declaraciones a Europa Press, "el problema de esta enfermedad es que depende del paciente y de cómo está su sistema inmune". Es decir, "en función del sistema inmune de la persona, esta patología se puede poner en marcha o no", aclara.
Al inicio, el paciente puede tener una reacción cutánea, como un eritema migratorio, y un día o dos de fiebre, pero luego ya "todo desaparece", explica el doctor, "porque estas infecciones son intracelulares y, cuando detectan un sistema inmune competente, se meten dentro de la célula y pueden permanecer ahí toda la vida". "Mientras el sistema inmune esté bien, el paciente puede morirse de otra cosa y no saber que tenía la enfermedad de Lyme. Sin embargo, si el sistema inmune se debilita, la enfermedad puede activarse en cualquier momento", ha alertado.
En cuanto a los síntomas de un Lyme sin diagnóstico o Lyme crónico, el doctor expone que, al mes de la picadura, lo habitual es empezar con cansancio y dolores articulares agudos. "Hablamos de enfermedad multisistémica porque los síntomas son de lo más variado en la misma persona. No es muy común ver a dos Lyme igual. Llevo muchos Lyme vistos y podría decir que no he tenido dos casos iguales hasta ahora", señala Bueno.
En lo que respecta a los tratamientos para pacientes con Lyme crónico, apunta que "son costosos", ya que "no están incluidos en la cartera del Sistema Nacional de Salud", ha lamentado Bueno, para incidir en la importancia de "divulgar y formar" sobre la enfermedad para dar luz a un diagnóstico precoz que repercuta directamente en la curación rápida de la enfermedad.
En España, durante el período comprendido entre 2005-2019, se ha observado que hubo un total de 1.865 pacientes hospitalizados, lo que supone un aumento del 191,8 por ciento respecto al período anterior. Además, también se ha experimentado un aumento generalizado en todas las comunidades y se ha detectado una mayor distribución territorial de la enfermedad. Los mayores incrementos se han producido en Navarra (363%), Cataluña (268%), País Vasco (232%) y Murcia (238%).