Entre los obsequios que había recibido en su fiesta había dinero, golosinas, libros geniales, juguetes e inclusive peluches y de todas cosas que le pudieran encantar. Leah era muy feliz, todo iba a la perfección. Su mamá se encargó de que la fiesta fuera lo que su hija quería, pero aún faltaba algo para que la pequeña estuviera feliz.
El papá de Leah era parte del ejército, había estado ya cinco meses fuera sin ver a su familia. La niña y su mamá entendían lo que significaba el trabajo de su padre, porque como todas las familias necesitaban dinero para poder vivir y provenía del padre de familia.