En lo más profundo de la vetusta biblioteca de la Calle Cruz, un joven llamado Moisés desplegaba su trabajo como bibliotecario. A primera vista, parecía un chico común y corriente, pero tenía un secreto que guardaba celosamente: poseía el increíble poder de la telequinesis.
Moisés descubrió su don cuando era sólo un niño. Cuando hizo volar muñecos en espiral en la soledad de su cuarto. Cuando generó pequeñas olas en la poco transitada charca… Desde entonces lo había mantenido en secreto. Utilizaba su habilidad para hacer más eficiente su trabajo en la biblioteca, moviendo libros pesados con tan solo pensar en ello. Sin embargo, siempre tuvo miedo de que alguien descubriera su secreto y lo considerara una especie de monstruo.
El verano sudaba hastío cuando una mañana, mientras ordenaba los estantes de la sección prohibida de la biblioteca, encontró un antiguo libro encuadernado en cuero oscuro cuyas páginas brillaban con una extraña luz azul. Intrigado por su hallazgo, Moisés decidió abrirlo y comenzar a leer con voracidad.
A medida que avanzaba en las páginas del libro prohibido, sintió cómo sus poderes se fortalecían y se volvían aún más intensos. De repente, un viento fuerte sacudió la habitación y una figura de papel gris apareció frente a él. La sala quedó bañada en penumbra.
El ser reveló al joven bibliotecario que el libro contenía antiguos hechizos capaces de desatar una poderosa magia oculta durante siglos. Pero también le advirtió que aquellos que intentaran utilizar esos poderes lo harían bajo su propia responsabilidad. Le mostró imágenes de tejados volando, llamas descontroladas, campanarios doblados como si fuesen de mantequilla.
Moisés estaba emocionado por haber encontrado algo tan extraordinario, pero al mismo tiempo preocupado por las consecuencias de utilizar esos hechizos sin control. Finalmente, decidió cerrar el libro y devolverlo a su lugar en la sección prohibida.
Aquel verano Moisés continuó utilizando sus poderes de telequinesis para ayudar en la biblioteca sin necesidad de recurrir a magias peligrosas. Pero el libro oscuro seguía allí, susurrándole tentaciones al oído…
¿FIN?