Te di una flor que jamás oliste. La dejaste caer al arroyo, lánguida. Tenía un perfume bonito, traía pasajes del pasado… Pero no los viviste. Fue un sinsentido. Sinsentidos vestidos de soldados que logran la paz a fuego. Fuego que ilumina rostros, sentimientos y vacíos. Gobernantes no elegidos que ejercen su torpe poder para no gobernados. Sinsentidos. Buenismos que destruyen la paz, paz que se vuelve virulenta. Virulencia que explota en mil galaxias. Vaya sinsentido.
Sinsentido es esa inteligencia cibernética que supera a la mortal…Y quizás en estos tiempos eso no es muy difícil. Todo es confuso, tediosamente previsible, regido por unas “normas” entre bizarras y ridículas.
Cómo no: sinsentido es un enano disfrazado de león que sale de una tarta en medio de una fiesta destartalada.
Quizás lo que he escrito es un sinsentido. Son tiempos difíciles… Mejor que ella me bese y lo olvidemos todo.
Juan Francisco Marín