Gira la rueda, aplastando las verdades. Deja un rastro profundo, quizás irreparable. Se desdoblará en múltiples ruedas antes de que nos demos cuenta. Con filos cortantes que cercenarán esos campos construidos costosa e ingenuamente. El perfume a mentira y ocasión es evidente. Para quien lo quiera apreciar…
Circulando felices e inconscientes en vehículos pseudo-eléctricos, los autómatas contemplan cómo circulan implacables las ruedas brillantes de la mentira. Mentira de un poder enfermo y caduco, pero obstinado en mantenerse, arrastrándonos al abismo con paso firme.
La mayoría de autómatas aplaude a la rueda mágica, mayoría borracha de estupidez o tapándose la nariz divertida, como aplaudiendo a un bufón inofensivo. La minoría asiste al suicidio asistido de la racionalidad.
La solidaridad no se construye con egoísmo, aunque en el mundo absurdo y al revés que se pretende engendrar, esto parece no ser así.
El poder de una rueda encriptada para los fieles, a velocidad de crucero cuesta abajo.
La rueda. Las ruedas... Nos pasarán por encima. ¿Quién lleva las riendas?.
Juan Francisco Marín