Siguieron haciendo preguntas hasta les dijo que estaba bajo el automóvil, juntaron valentía y se depusieron a verificar lo que había con una linterna de mano. Lo que encontraron fue un gato negro que hacía molestos sonidos, corrieron hasta la casa asustados y de pronto se cortó la luz. Después de lo ocurrido, prometieron no jugar más nunca con la tabla.

Otra historia no tan desagradable es la de dos amigas que encontraron una Ouija en el ático y decidieron jugar con ella. Preguntaron a la tabla con quién estaban hablando, a lo que les deletreó el nombre de Gemma Jane. Resultó ser la abuela biológica de una de las chicas, que había fallecido esa mañana.



