En la política española nunca hay tiempo que perder (menos cuando hay que llegar a algún acuerdo), y en cuestión de 24 horas tras conocerse los resultados de las elecciones municipales y autonómicas del 28 de mayo, el actual presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, anunció un adelanto de las elecciones generales para el día 23 de julio de este mismo año.
Como si de un nuevo capítulo de una serie de Netflix se tratase, desde los tertulianos de televisión hasta los señores en el bar de la esquina analizaban palabra por palabra las declaraciones de Sánchez y se planteaban un sinfín de preguntas: ¿Habrá hecho esto para irse antes?, ¿Quiere desviar la atención de los resultados electorales?, ¿Es alguna estrategia para quedarse en el gobierno?, etc. Hay tal cantidad de teorías que darían para escribir un par de artículos más, y aún así nadie estaría seguro de cuál es la correcta. Lo que sí es seguro es que cada periodo electoral viene acompañado por una campaña, que una vez más, será la protagonista de todos los memes de Twitter durante varias semanas.
Sobre la presencia femenina en política
Hay un montón de cosas que vienen de manera intrínseca con el periodo de campaña electoral y en la actividad política en general, y uno de esos factores es el machismo que a día de hoy tienen que aguantar nuestras políticas como si fuese una tarea laboral más.
La causa de esto, entre otras muchas cosas, es la relativamente reciente presencia femenina en los diferentes cargos políticos. Con esto quiero decir, desde el inicio de la democracia nunca fue ilegal que las mujeres ocupasen esta clase de puestos, pero lo cierto es que el camino hasta llegar a ellos era mucho más complicado que el de sus compañeros, y así lo avalan las estadísticas aportadas por el Congreso de los Diputados: de 1979 a 1982 solo había 19 mujeres en el Congreso frente a 332 hombres, y esta brecha ha sido algo que ha podido oscilar pero no de gran manera, hasta que, en 2019 la cifra disminuyó significativamente con 42 diputados de diferencia entre los dos géneros.
De la misma manera, España figura entre los ocho países de los 27 países de la Unión Europea que nunca han tenido una presidenta del Gobierno junto con Chipre, Hungría, Bulgaria o Alemania, entre otros. El caso de último país puede resultar confuso, ya que tuvo a Angela Merkel como canciller durante varios años siendo una figura política bastante destacada, pero nunca llegó a ejercer como presidenta.
¿Qué tienen que decir sobre su indumentaria?
Creo que uno de los síntomas más evidentes de misoginia que tienen que soportar las mujeres en política es el contínuo análisis que se le lleva tanto a su aspecto físico, como a su ropa.
Inés Arrimadas, la que fue líder del partido político Ciudadanos, e Irene Montero, actual ministra de Igualdad, ya hablaron sobre esto en una entrevista con Jordi Évole en 2019, concretamente Arrimadas comentó: “Una vez, en un debate importante, no recuerdo si fue una moción de censura o una investidura, (en prensa) a los hombres les ponían una foto y en el pie de foto hablaban sobre su intervención en plan, “ha hecho una intervención contundente, incisiva…” . Y llega a mí y pone, “lleva una chaqueta color…”. Por algo parecido tiene que pasar la actual ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, llamada por más de un periodista como “La fashionaria” haciendo referencia a dos cosas: Por un lado, a la política y activista del PCE Dolores Ibárruri quien se ganó el nombre de “La pasionaria”, y por otro, el gusto que tiene la actual ministra por la moda.
Pero la realidad es que esto no es algo exclusivo de la política y prensa española, y es que la que fuese canciller alemana, Angela Merkel, tuvo que responder contundentemente a una pregunta de cuestionable valor periodístico: "Notamos que su traje se repite, ¿no tiene otro?". La respuesta no dejó indiferente a nadie: "Soy una empleada del gobierno y no una modelo".
Nunca verás en ningún medio de comunicación un comentario sobre el traje de algunos líderes políticos de nuestro país como Alberto Ñúnez Feijoó o Pedro Sánchez, ni cuestionando si el valor de su ropa es excesivo o no, si su estilo es demasiado moderno o conservador, y ni mucho menos, comentando si han llevado el mismo traje en uno o varios actos públicos. Porque esto, no es algo lo suficientemente relevante para la prensa, únicamente lo son sus intervenciones o decisiones en su puesto de trabajo, algo que debería ser exactamente igual para sus compañeras.
¿Y sobre su físico?
Como ya habíamos mencionado antes, el físico no es algo que tampoco se pase por alto a la hora de valorar a las políticas. Y esto, desafortunadamente, es algo que pudo comprobar Yolanda Díaz en una jornada dentro del Congreso de los Diputados cuando la que era diputada de Vox, Macarena Olona, le dijo lo siguiente: “[...] despojándolo del falso hábito que muestra y enseñando la fealdad que esconde.” Todo esto refiriéndose directamente a la actual líder del proyecto Sumar, y por si fuera poco, prosigue: “Porque hay que ser muy fea para amenazar a millones de españoles en el templo de la palabra”. Si hay algo más triste que escuchar a una figura política siendo juzgada por su físico, es que precisamente quien lo haga sea otra de sus compañeras de profesión.
Además, no ha sido la única que ha aguantado comentarios sobre su aspecto físico como si de él dependiera el buen hacer de su trabajo, y es que Isabel Díaz Ayuso, la actual presidenta de la Comunidad de Madrid, recibió una opinión en ningún caso requerida, en uno de sus posts de Instagram de parte de Carmen Lomana donde decía lo siguiente: “Cuánto has adelgazado, estás estupenda pero ya STOP… no más”. Mmm… tal vez esta señora confundió a Díaz Ayuso con una concursante de Supervivientes, pero en ningún caso está justificado.
Esta clase de comentarios vienen motivados por la vieja concepción de que uno de los factores que tiene más relevancia en una mujer, es su belleza. En parte, porque años antes de que la incorporación femenina al mercado laboral fuese una realidad, el único trabajo que tenían las mujeres era el de ser agradables a la vista masculina para poder casarse lo antes posible y formar una familia.
¿Y sobre sus méritos?
El cuestionamiento de las capacidades intelectuales y de la manera a la que han llegado a sus puestos de poder, es algo que por desgracia, se ha visto más a menudo de lo normal. Una de las más señaladas en este aspecto ha sido la actual ministra de Igualdad, Irene Montero, tal vez una de las críticas más sonadas que recibió fue la del pasado noviembre en el Congreso de los Diputados cuando una integrante de Vox señaló lo siguiente: “Ha osado insultar a toda la judicatura. Hay que tenerla de cemento armado para insultar a profesionales que se han pasado años de su vida estudiando Derecho y una oposición cuando el único mérito que tiene usted es haber estudiado en profundidad a Pablo Iglesias”. Ante estas palabras, Montero abandonó el hemiciclo entre lágrimas.
De forma más reciente, en febrero de 2023, un alcalde perteneciente al Partido Popular de Cuenca comentaba, con una gran sonrisa en la cara, lo siguiente en una entrevista: "Todos los padres, cuando somos jóvenes, nos dicen que hinquemos los codos para estudiar. Esa hincó las rodillas y fíjate", entre otra clase de comentarios que prefiero no citar refiriéndose a Montero.
Si no te gusta cierta figura política, no la votes, pero en ningún caso es lícito poner en entredicho los méritos o la forma en la que ha llegado hasta donde está, ni mucho menos intentándolo disfrazar con chistes de cuñado. ¿Acaso ha pasado lo mismo con figuras masculinas como Pablo Iglesias, Pablo Casado o Alberto Garzón?...
A modo de conclusión, me gustaría citar a la difunta Ruth Bader Ginsburg, magistrada de la Corte Suprema de EE.UU, que aunque no tenga relación directa con la profesión política, pronunció unas palabras sobre la participación femenina en puestos de poder: "Cuando en ocasiones me preguntan cuándo habrá suficientes (mujeres magistradas en la Corte Suprema de Estados Unidos) y yo digo 'cuando haya nueve', las personas quedan impactadas. Pero ha habido nueve hombres y nunca nadie lo ha cuestionado".