Conversar con Ana, nuestra protagonista de hoy, es hablar de compromiso, planificación de innovación social, sostenibilidad, inclusión y economía circular. Impulsora del cumplimiento de la Ley General de Discapacidad, esta cartagenera también tiene un momento para disfrutar de un buen tinto de verano, y de recordar a su amigo Bartolo, un poni, y sentir que el tiempo se detenía en esta estación del año, para poder soñar con ser cantante o actriz. Saquen su entrada, que empieza la actuación de esta artista de vocación.
Ana, ¿dónde pasabas tus veranos de infancia?
Los pasaba principalmente en tres lugares, pues como bien sabes (sonríe), soy una persona muy inquieta y me gusta estar de un sitio a otro. Por un lado, mi abuelo Pedro tenía una casa en La Palma, en una finca, donde pasábamos unos veranos estupendos, con la piscina que construyó con la ayuda de un albañil. Tenía una especie de poni, que se llamaba Bartolo, y había un montón de tortugas moras. Además,nos fabricó unos columpios para nosotros. A Los Nietos iba a ver a mi madrina y a mi abuela. Ya adolescente, me acercaba a Bolnuevo. El Mar Menor tenía algo mágico, donde pasaban las horas y los días de verano sin apenas moverse el minutero. No era como ahora, que embadurnamos a los peques con protección solar. Antes el sol,creo, era más suave y menos agresivo. Supongo que con el tiempo, la naturaleza se nos está relevando. Me da mucha pena que ya no podamos darnos esos baños infinitos. Siempre ha sido una piscina. Mi abuelo Pedro decía que le curaba el reuma, y me da mucha pena que mis hijos no puedan disfrutarlo como antes.
Comida o alimento estival que recuerdas con más nostalgia.
Frito de berenjena.Hace poco que le dije a mi abuela que me lo hiciera. Éramos muy domingueros. Recuerdo cuando íbamos a pasar el día a La Azohía y algunas veces a la Cala del Pino, en el Mar Menor y mi abuela y mi tía Antonia, que ya está en el cielo, hacían frito de bolitas, que son unos pimientos muy murcianos con berenjena, y le echaban también tomate y patatas. Ese frito era espectacular. Y luego también las tortillas de patatas con los lomos empanaos de mi tía. En el campo de mi abuelo, a finales de agosto principios de septiembre, los jinjoles, que me genera una añoranza y una nostalgia... Eso y las bolitas del frito.
Ana, su prima Noelia, sus padres, su prima Celia, su hermana Cristina y su prima Maribel en el Charco del Aceite, en la Sierra de Cazorla
Sabor de helado favorito.
Me encantaba y me encanta el helado de coco. Pero reconozco que cuando era pequeña, siempre comíamos un helado que era muy gracioso: el truficono, un cono de trufa.
¿A qué jugabas?
Estando en la playa de Los Nietos, mi tío Pepe siempre se llevaba una petanca, y nos poníamos a jugar con él. Cuando estábamos en el campo, me gustaba mucho jugar a ser actriz, a ser cantante. Artisteo, a mí lo que me gustaba era el artisteo. Nos hacíamos peinados con el agua y era chulísimo.
Ana, arriba a la derecha, con sus hermanas y primas
¿Qué llevabas o comprabas en el cine de verano?
Pues mira, éramos muy clásicos: nos llevábamos los cojines y luego nos comprábamos las barras de pan de la panadería de aquel momento y nos hacíamos los bocadillos con lomo empanado, o pechuga, acompañados con un bote de aceitunas. Era genial. Era muy guay.
Ahora que solo nos leen: trastada que tu familia nunca supo que hiciste
Hice una cosa.(Ana hace una pausa y se ríe). Con 8 años, cuando estábamos en el campo, había unos vecinos que tenían cultivo de tomates. Mi primo Michel y yo, nos pusimos a jugar a coger las bolicas de la mata y dejamos todas las tomateras pelás, y cuando el dueño de la tomatera lo vio, nos echó una peazo de bronca y dijo que se lo iba a decir a nuestros padres. Entonces lo sobornamos para que no lo dijera y estuvimos varios días trabajando en el huerto, pero vamos, lo dejamos sin cosecha.
¿Qué te prohibían hacer por imperativo familiar?
En el campo, con mis abuelos, nos decían que no fuéramos al aljibe, un pozo con agua que tenía forma de iglesia pequeña, con su pequeño silo redondeado. Nos decían que nos moviéramos por allí ni nos apoyáremos, por riesgo de desplome, y claro, era nuestro lugar familiar de juego. Jugábamos a los eventos, imaginábamos que eso era una iglesia: uno era el cura, otros los novios y los invitados. Otra veces era una tienda. Cuando un adulto se acercaba, salíamos corriendo para que no nos riñeran por estar ahí.
Ana, practicando deporte por la playa.
Tu mejor recuerdo…
El de estar toda la familia junta. Y cuando digo toda, es toda. Vengo de una familia muy unida. La de mi madre son 4 hermanos, cada uno de ellos con dos hijos. Mi abuela Manoli tenía dos tías solteras, Antonia y Paca, que eran dos abuelas más, porque siempre han estado junto a nosotros. Luego mi abuelo Pedro y Ana, los padres de mi padre, junto con mis dos tíos también han estado siempre cerca. Un recuerdo que me produce una sensación muy agradable es recordarnos todos juntos. El campo de la palma era de los padres de mi padre, pero ellos eran personas generosas y con muchas ganas de ambiente en casa. Recuerdo el estar ambas familias unidas, comer juntos en una mesa muy larga, bañarnos juntos. Posteriormente, cuando la familia de mi madre organizaba días eternos en la playa en verano o íbamos a casa de "las titas" a Santa Lucía (en ocasiones la familia de mi padre también venía), nos juntábamos de 18 a 24 personas, dependiendo del día. Ahora, haciendo una vista de pájaro a los recuerdos, sé que siempre he sido y he estado feliz, por esa maravillosa base que he tenido y aún tengo a muchos, que es mi familia.(Ana se emociona al recordarlo).
Nombre de ese amor de verano al que nunca olvidarás
Uf, esa pregunta es difícil y comprometida. Evidentemente me habrá gustado alguien, pero sinceramente, no recuerdo ninguno con especial nostálgica. Si no llegó a calar tanto, y ya lo olvidé, es que no era para mí (Ana sonríe).
Ana, este verano, con su equipo de Yohumanize.
¿Terminaste alguna vez el cuaderno de repaso para vacaciones?
Claro que no, (sonríe). Nunca terminé el cuaderno de rubio y el libro que me proponían. Llegué a creer hace años que no me gustaba leer incluso y lo que no me gustaba, era leer algo que no había elegido yo. Cosas del sistema educativo de lo que ahora mismo no toca hablar.
Volvamos al verano actual: ¿Aperitivo y bebida preferidos?
Mi bebida favorita: el tinto de verano; pero no el tinto de verano este que te ponen en grifo. A mí me gusta lo que va siendo la casera con un chorro de un vino tinto que esté en condiciones, un trocico de limón y hielo. Y como no, me gusta también mucho la cerveza Verna de Estrella de levante, que está buenísima. Mi aperitivo perfecto: los boquerones en vinagre, las marineras y unas aceitunicas.
¿Algún libro en el equipaje para estas vacaciones?
Este verano llevo conmigo Ikigai: Los secretos de Japón para una vida larga y feliz, de Héctor García y Francesc Miralles, Autoamor, de Laura Chica, El poder del ahora, de Eckhart Tolle, El éxito es para tí ,del Dr. David R. Hawkins y Las casualidades no existen, de Borja Vilaseca.
¿En qué se diferencia el verano de tu infancia al actual salvando la covid?
Antes, en el verano de la infancia, tenías un montón de tiempo. Eran tres meses: desde el cumpleaños de mi hermana hasta mi cumpleaños: del 20 de junio al 15 de septiembre. ¡Eso eran vacaciones!: te daba tiempo a hacer deberes, planes, viajes, actividades y a ver a todas las personas con las que querías pasar tiempo. Era todo más tranquilo y relajado. Ahora, con las vacaciones laborales concentradas en unas semanas, tengo que hacer encaje de bolillos para ver a mi gente, ya que tengo familiares en el extranjero que se dejan caer en la época estival, más todas mis amigas, que emigraron y trabajan fuera; a veces es difícil, pero cuando hay ganas y actitud, se alinean los astros, y la velada siempre merece la pena.
Si ustedes me lo permiten, hoy el autor de esta entrevista, quiere felicitar a su hija mayor, Mónica, aprovechando que es, en verano, su onosmástica. Felicidades hija. Y felicidades a todas las Mónicas.