MurciaNoticias, de la mano de Fermín Meseguer Mateos, trae durante el mes de agosto una propuesta refrescante de entrevistas de verano. Profesionales de distintas áreas; murcianos o que pasan sus vacaciones en nuestro litoral, hablarán de sus vacaciones de la infancia y de ahora, tradiciones, lugares de referencia y planes de verano de ayer y de hoy.
Una de las actividades vacacionales por excelencia es la lectura. Nuestra protagonista de hoy, además de haber devorado muchos libros tanto en sus veranos de infancia como en los actuales, ha sabido transmitir esa pasión por la lectura heredada de su madre, a sus dos hijas: Nieves e Irene. Ésta última además, tiene un canal en YouTube, booksbycinderer, donde comenta sus lecturas favoritas. Abran el libro del verano de nuestra protagonista de hoy y prepárense a vivir una experiencia fantástica, llena de aventuras y travesuras en el Mar Menor.
Ana, ¿dónde pasabas tus veranos de infancia?
Desde que tengo uso de razón he veraneado siempre en Santiago de la Ribera, en mi querido Mar Menor. Al principio, mis padres alquilaban en un Hostal llamado Hermanos Martínez. Mi madre era telefonista y tenía un mes de vacaciones. Mi padre, profesor de música, tenía más flexibilidad a la hora de tomarlas. Disfrutábamos de un mar sano, veíamos caballitos de mar en la orilla e incluso nos comíamos los berberechos crudos que encontrábamos por la playa. ¡Es un horror lo que lleva años pasando!.
Comida o alimento estival que recuerdas con más nostalgia
Recuerdo mucho el asado de mújol que hacía mi madre. Cuando íbamos a la playa le encantaba comprar lo que ella llamaba mújol de las encañizadas del Mar Menor. Había una pescadería, en una lonja metida en el mar, donde vendían un pescado espectacular. De pequeña no me gustaba nada, luego fue gustándome paulatinamente y ahora lo echo muchísimo de menos. Cosas de ser niña.
Sabor de helado favorito.
El helado de turrón de La Jijonenca de mi Santiago de la Ribera. No hay otro igual. Es un helado espectacular.
¿A qué jugabas?
¡¡ Buenooo !! Aquellos veranos nos pasábamos la vida en la calle, jugando. Yo me iba de mi casa en cuanto amanecía, regresaba para comer, me volvía a ir y llegaba para coger un bocadillo y seguir hasta que me acostaba a las doce. Jugábamos al mate. Teníamos una pandilla maravillosa con gente de Madrid, Albacete, Sevilla. Nos subíamos en las bicicleta a buscar leche a unas granjas que había cerca de la Ermita de San Blas. Unos recuerdos imborrables (Ana se emociona). Fíjate que me da hasta sentimiento de pensarlo.
¿Qué llevabas o comprabas en el cine de verano?
Yo vivo justamente detrás del cine de verano de Santiago de la Ribera, de Terraza de España, y desde chiquitina me encantaba ir al cine de verano con los cojines y con mi bocadillo preferido que era de tortilla de atún y luego me hinchaba a pipas. Yo no soy de palomitas, soy de pipas. (Ana lo enfatiza orgullosa).
Ahora que solo nos leen: trastada que tu familia nunca supo que hiciste.
De pequeña era muy revoltosa (sonríe). Recuerdo en especial dos. Una (la descubrieron a medias) con cinco años. Estando en La Ribera, una perrita dio a luz y yo me llevé un perrito y lo escondí en mi habitación mientras que pude. Quedaban pocos días para volver a Murcia y cuando ya creía que iba a montar al cachorro en el coche, tan feliz, sin que mi madre se diera cuenta; pues se dio cuenta de que lo había cogido. Mi mayor temor era que lo dejara en la calle, pero no. Nos lo llevamos a casa y lo tuvimos un tiempo. Luego mi madre lo regaló a una amiga de la huerta. Aunque tengo que decir que desde los 14 años siempre he tenido perro. Otra trastada importante fue (sonríe) que mi padre me daba, me acuerdo perfectamente, 25 pesetas de paga semana para que me la administrara, y una de las veces, me fui al kiosko que había en frente de mi casa y me gasté las 25 pesetas en cromos (vuelve a sonreír). Mi padre casi me mata. Fíjate, ¡25 pesetas!. Lo que es la vida.
¿Qué te prohibían hacer por imperativo familiar?
Siendo hija única y de padres ya mayores, me han permitido hacer casi todo lo que he querido, ya que me han dejado mucha libertad desde que he sido pequeña. Lo que le daba mucha rabia a mi padre es que saliera durante las siestas. ¡Ya ves tú!. He tenido unos padres excepcionales y han sido muy permisivos conmigo. Era yo misma la que me recortaba más de la cuenta porque yo quería, no porque ellos me impusieran nada.
Tu mejor recuerdo…
Bueno, tengo muchos. La verdad es que gracias a Dios tengo recuerdos muy bonitos, preciosísimos. Si estamos en ese verano, mi mejor recuerdo fue una noche que tendría yo unos 14 años. Nos fuimos a otro cine que había en La Ribera, que estaba más cerca de Las Torres, donde proyectaban la película Xanadu. Me subí a la terraza de ese cine con mi mejor amiga, Lula, que ahora vive en Barcelona (seguimos siendo muy buenas amigas),y nos pasamos la película bailando las canciones de los Bee Gees y de Olivia Newton John. Esa noche la recuerdo como mágica. Me acuerdo hasta de lo que llevaba puesto. Con canciones del grupo británico Electric Light Orchestra, conocida como ELO.
Nombre de ese amor de verano al que nunca olvidarás
Yo he sido siempre muy enamoradiza. Me enamoré de un chico que era de Albacete. Se llamaba Antonio y era muy guapo. Tenía los ojos verdes. Lo vi años después, cuando ya era militar, casado y con hijos. Es un recuerdo muy entrañable. Y de forma muy graciosa me viene a la mente que me mandaba unas poesías que lo veía como algo maravilloso. Yo era muy pequeña. Eran de Gustavo Adolfo Bécquer, y yo pensaba que las había escrito él. Esa cita que decía “¿Qué es poesía,dices mientras clavas en mi pupila tu pupila azul. ¿Qué es poesía?. ¿Y tú me lo preguntas?. ¿Poesía eres tú?”. ( Ana se rie al recitarla). Muy curioso y muy bonito a la vez. La inocencia de la infancia que no se debe perder. (afirma Ana con tono melancólico).
Irene, hija de Ana, durante un directo.
¿Terminaste alguna vez el cuaderno de repaso para vacaciones?
Me gustaba muchísimo llevármelo (que va a decir una profesora). Me obligaba. Yo era muy hacendosa y estudiosa cuando era niña y me ponía yo muy formal con mi libro. ¡Y ya me ocupaba yo de terminarlo!. Mi madre nunca me exigió terminarlo, fíjate. Era yo la que me marcaba mis horarios y mis cosas de estudio. Lo acababa casi siempre. Además mi madre me hacía larguísimos dictados de novelas que ella tenía de Victor Hugo como Los miserables. Eran muy difíciles. Ella era una avanzada de su época, la verdad.
Ana con sus hijas este verano en la graduación de Nieves
Volvamos al verano actual: ¿Aperitivo y bebida preferidos?
Una Estrella de Levante bien fría con patatas y frutos secos, en compañía de mis amigas, que las quiero con locura y mis hija. Esos aperitivos en mi Club Náutico de La Ribera son espectaculares. A mí me da vida.
¿Algún libro en el equipaje para estas vacaciones?
Tengo muchos libros. Reconozco que soy de libro digital. En mi iPad llevo mi kit de supervivencia veraniego, invernal y de todas las estaciones, porque soy muy lectora. Ahí llevo mis series, mis libros.No me gusta nada ver la tele. Ahora mismo estoy con Sira, de María Dueñas. He estado leyendo de Lucinda Riley las siete hermanas. De Dolores Valentino Aguirre y Megan Maxwell llevo alguno leído. Son libros muy frescos de verano: muy ligeritos. Me encantan las novelas policíacas. Me gusta mucho leer.
¿En qué se diferencia el verano de tu infancia al actual salvando la covid?
No tienen nada que ver. Aquellos veranos eran como un mundo aparte. Recuerdo que nos íbamos a la playa, terminado el colegio, el 15 de junio y volvíamos el 15 de septiembre. El verano era como un impasse. Como si me fuese al extranjero y luego volvía rejuvenecida. Regresaba a Murcia otra persona. Para mí, el mundo de verano y el mundo de invierno eran completamente distintos. Los veranos de la infancia; esos ya nunca vuelve. Esa despreocupación, no tener obligaciones de ningún tipo. Esas tertulias en las puertas de las casas, oyendo la radio con mis padres, con las vecinas. No es decir eso de cualquier tiempo pasado fue mejor, pero fue muy especial. El de ahora también me gusta, pero es distinto. Soy casera, no me gusta la juerga. Soy mucho de deporte: mi bicicleta. Más diurna que nocturna. Cuando cae la noche, prefiero estar leyendo en mi terraza o ir al cine y poco más.
Ana, verano 21, contemplando una puesta de sol en el Mar Menor
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