Se va Alain Delon y cada vez son más los clásicos que nos abandonan. Yo lo recordaré especialmente por “El Gatopardo”, la obra catedralicia de Visconti. Pero también están, siempre ahí, “La piscina”, “Rocco y sus hermanos”… hasta cien películas del astro francés. Él, estilo inimitable y Palma de Oro… Y mucho más.
Quedan pocos actores clásicos, de los que daban fulgor y frenesí de arte febril al cine. El cine, ese ARTE no menor que aún adoramos algunos locos. La mayoría, por no decir todos, los fanáticos del cine nos enamoramos de él en la infancia. En mi caso, a través de las pantallas gigantes de los cines céntricos y espectaculares que aún existían. El Cristal en mi Lorca natal, el Rex en mis excursiones a Murcia, la ciudad de las maravillas en mi niñez… Como complementos impagables teníamos la televisión, cuando era realmente televisión, y el VHS. En aquellos tiempos las películas no eran “productos” y no se había generalizado el consumo rápido y voraz, el visionado veloz que cae en el olvido.
En esa época, quizás mejor, los actores aún eran mitos y suponían una pieza indispensable en la maquinaria de los sueños.
Pese a continuos ataques, el Séptimo Arte sobrevive con mala salud de hierro.
La sensación de que los eternos nos abandonan es inevitable, pero no es así, perduran para siempre. Y Delon continuará tomando el sol al filo de aquella piscina…